Sos voz I. "Nuestra herencia" por Diana Quesada
Nuestra herencia por Diana Quesada
Es una marca común a toda la literatura latinoamericana su relación con el contexto político y social de nuestras comunidades. A pesar de su creación de mundos imaginarios en sus escrituras, Gabriel García Márquez no se olvidó de los problemas de su continente en el discurso de recepción del premio Nobel que recibió. Tampoco olvidó que por su afiliación política fue exiliado de su propio país, al igual que muchos otros autores importantes de su época. El cubano Alejo Carpentier nos decía que el ser literario es inconforme y siempre cuestiona todo, ya que su visión política es parte de su vocación, tendencia que luego se paga con la cárcel o el exilio. Esta influencia política ha enriquecido nuestra cultura y literatura pero se ha dado gracias a la herencia común que nuestros países latinoamericanos comparten.
La historia latinoamericana tiene características muy importantes. No solo tenemos una historia influenciada por la unión de tres razas, sino también una herencia colonial común que nos ha marcado por un desarrollo basado en revoluciones liberadoras y cambios políticos y sociales que hasta el día de hoy están vigentes. La música es otro de los denominadores comunes que nuestras naciones comparten, especialmente el Caribe. Carpentier escribió con mucho orgullo sobre toda la diversidad, singularidad y originalidad del Caribe. Aunque es cierto que todos nuestros países han tenido una historia similar, sus procesos revolucionarios han sido diferentes. Por ejemplo, la importancia de la tradición negra en los aspectos políticos y sociales es más prominente en el Caribe que en la mayoría de los otros países suramericanos.
Esta diversidad extraordinaria en nuestra cultura ha permitido que la identidad del hombre encuentre voz y expresión en el mundo intelectual y literario. Preguntas como el ¿qué somos? y ¿por qué somos lo que somos? han estado presentes en las obras de muchos de nuestros artistas. Octavio Paz escribió una de sus mejores obras sobre las influencias hispano-árabes e indígenas en la identidad del mexicano y aunque fue un paso más en dirección a su premio Nobel, recibió muchas críticas por su crítica a la sociedad mexicana. Otros autores quisieron embarcar este tema desde una perspectiva más cerrada e intentaron encontrar cuál era nuestra identidad cultural, una que fuera original y únicamente latinoamericana; misión que fue imposible. Borges y Sábato, dos artistas argentinos que se opusieron intensamente al nacionalismo que surgió en Argentina durante la época peronista, concluyeron que la pureza cultural no existe. Según ellos, no es suficiente solo leer y escribir de Latinoamérica y seria ilógico negar las influencias que han enriquecido tanto nuestras tradiciones culturales. Así como el autor latinoamericano se ha beneficiado de su formación universal que le ha permitido en su futuro artístico reutilizar y recrear libremente los estilos y las técnicas previamente utilizadas, el tango, que se supone que es único de la argentina, tiene una historia y una evolución muy particular. Igual a la música caribeña discutida por Carpentier, el tango fue influenciado en gran parte por la cultura negra. Es decir, la verdadera tradición latinoamericana es la universalidad ya que tiene una influencia mundial.
Mariátegui nos decía que no valía la pena hablar de una cultura propia porque aunque cada país es independiente, el no esta solo en el mundo. Todos son partes de una cultura “vigorosa” latinoamericana que nos refleja a todos. Nuestros liberadores, aunque eran representantes de regiones particulares, jamás pelearon solos; todos lucharon juntos por un propósito, una idea común: nuestra independencia. Sus uniones no fueron creadas por oportunidades políticas sino por una cultura de solidaridad. Nuestros países deben permanecer unidos para salir adelante. No hay necesidad de negar nuestra herencia común; tenemos que aceptarla y enorgullecernos de esta unidad, no política sino cultural.
Esta herencia que nuestra historia nos ha dejado y que nuestros autores latinoamericanos nos han revelado es la misma herencia que nosotras queremos regalarles a ustedes los lectores de nuestra revista. Como primeras autoras de esta nueva revista, queremos dejarle un legado maravilloso a los futuros miembros de esta revista. Esperamos…
Es una marca común a toda la literatura latinoamericana su relación con el contexto político y social de nuestras comunidades. A pesar de su creación de mundos imaginarios en sus escrituras, Gabriel García Márquez no se olvidó de los problemas de su continente en el discurso de recepción del premio Nobel que recibió. Tampoco olvidó que por su afiliación política fue exiliado de su propio país, al igual que muchos otros autores importantes de su época. El cubano Alejo Carpentier nos decía que el ser literario es inconforme y siempre cuestiona todo, ya que su visión política es parte de su vocación, tendencia que luego se paga con la cárcel o el exilio. Esta influencia política ha enriquecido nuestra cultura y literatura pero se ha dado gracias a la herencia común que nuestros países latinoamericanos comparten.
La historia latinoamericana tiene características muy importantes. No solo tenemos una historia influenciada por la unión de tres razas, sino también una herencia colonial común que nos ha marcado por un desarrollo basado en revoluciones liberadoras y cambios políticos y sociales que hasta el día de hoy están vigentes. La música es otro de los denominadores comunes que nuestras naciones comparten, especialmente el Caribe. Carpentier escribió con mucho orgullo sobre toda la diversidad, singularidad y originalidad del Caribe. Aunque es cierto que todos nuestros países han tenido una historia similar, sus procesos revolucionarios han sido diferentes. Por ejemplo, la importancia de la tradición negra en los aspectos políticos y sociales es más prominente en el Caribe que en la mayoría de los otros países suramericanos.
Esta diversidad extraordinaria en nuestra cultura ha permitido que la identidad del hombre encuentre voz y expresión en el mundo intelectual y literario. Preguntas como el ¿qué somos? y ¿por qué somos lo que somos? han estado presentes en las obras de muchos de nuestros artistas. Octavio Paz escribió una de sus mejores obras sobre las influencias hispano-árabes e indígenas en la identidad del mexicano y aunque fue un paso más en dirección a su premio Nobel, recibió muchas críticas por su crítica a la sociedad mexicana. Otros autores quisieron embarcar este tema desde una perspectiva más cerrada e intentaron encontrar cuál era nuestra identidad cultural, una que fuera original y únicamente latinoamericana; misión que fue imposible. Borges y Sábato, dos artistas argentinos que se opusieron intensamente al nacionalismo que surgió en Argentina durante la época peronista, concluyeron que la pureza cultural no existe. Según ellos, no es suficiente solo leer y escribir de Latinoamérica y seria ilógico negar las influencias que han enriquecido tanto nuestras tradiciones culturales. Así como el autor latinoamericano se ha beneficiado de su formación universal que le ha permitido en su futuro artístico reutilizar y recrear libremente los estilos y las técnicas previamente utilizadas, el tango, que se supone que es único de la argentina, tiene una historia y una evolución muy particular. Igual a la música caribeña discutida por Carpentier, el tango fue influenciado en gran parte por la cultura negra. Es decir, la verdadera tradición latinoamericana es la universalidad ya que tiene una influencia mundial.
Mariátegui nos decía que no valía la pena hablar de una cultura propia porque aunque cada país es independiente, el no esta solo en el mundo. Todos son partes de una cultura “vigorosa” latinoamericana que nos refleja a todos. Nuestros liberadores, aunque eran representantes de regiones particulares, jamás pelearon solos; todos lucharon juntos por un propósito, una idea común: nuestra independencia. Sus uniones no fueron creadas por oportunidades políticas sino por una cultura de solidaridad. Nuestros países deben permanecer unidos para salir adelante. No hay necesidad de negar nuestra herencia común; tenemos que aceptarla y enorgullecernos de esta unidad, no política sino cultural.
Esta herencia que nuestra historia nos ha dejado y que nuestros autores latinoamericanos nos han revelado es la misma herencia que nosotras queremos regalarles a ustedes los lectores de nuestra revista. Como primeras autoras de esta nueva revista, queremos dejarle un legado maravilloso a los futuros miembros de esta revista. Esperamos…
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