Sos voz II. "Octavio Paz, 'Máscaras mexicanas' en 'El laberinto de la soledad' por Rita Iñiguez
El laberinto de la soledad es un ensayo escrito por el poeta y autor mexicano Octavio Paz, publicado en 1950. En este ensayo el autor analiza la sociedad mexicana y da a conocer la dualidad de los ciudadanos. El autor presenta esta duplicidad como uno de los rasgos que más identifica la idiosincrasia del mexicano. Además, llega a la conclusión de que la consecuencia directa de que sus compatriotas muestren estas dos caras es que el mexicano se vuelve un ser solitario e individualista.
El autor muestra con el criterio más riguroso la problemática de esta dualidad, la soledad a la que el mexicano se somete sin proponérselo. De acuerdo con Paz, el mexicano desconfía de sus capacidades, se avergüenza de su origen, tiene un hábito de mentir, de disimular, se reprime, es muy conciente de su apariencia. Todo esto lo lleva a ponerse dos máscaras, una es la que muestra al mundo y la otra es su yo verdadero. Y es aquí donde el ser auténtico está solo, porque, como dice el autor, no se “abre”, no quiere que nadie traspase su mundo privado, prefiere aparentar.
La dualidad del mexicano está presente en todos los aspectos de su vida. En el lenguaje popular por ejemplo, hombría, dice Octavio Paz, es ser “macho”. Éste “es un ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía”. Es decir, prefiere encerrarse en su propia soledad, en su laberinto. El no abrirse y confiar en los demás, escribe el autor, es el ideal de decoro en la cultura mexicana. En el momento en que este confía y renuncia a su soledad, pasa a ser un “rajado”, en otras palabras, renuncia a su hombría.
Otro aspecto en el que la influencia de esta duplicidad es inevitable es en sus relaciones con el mundo femenino. La mujer, en México, dice Paz, “siempre está a la espera de lo que el hombre diga”, “es el reflejo de la voluntad y querer masculinos”, “es el producto de la vanidad del hombre heredada de los españoles”. Es, continúa el ensayista, “un ser oscuro, secreto y pasivo, no se le atribuyen malos instintos: se pretende que ni siquiera los tiene”, o sea que el mexicano disimula, aparenta no ver nada, hace de cuenta que no están ahí. Paz dice que en otros países se festeja abiertamente a la mujer en comparación con los mexicanos, que prefieren ocultar las gracias y virtudes de sus mujeres. Pero, ante la vida social, sus mujeres son “señoras”. Nuevamente vemos que la apariencia prima en esta cultura.
El autor cree que ya no hay motivo para que el mexicano tenga este comportamiento. Sin embargo, ofrece razones que influyeron en la transformación de su carácter. La historia de México, anota el autor, está llena de “frases y episodios que revelan la indiferencia de nuestros héroes ante el dolor o el peligro”. El autor continúa: “Desde niños nos enseñaron a sufrir con dignidad las derrotas”, a aceptar calladamente y resignarse, lo cual es una de las “virtudes más populares” de esta cultura.
También hace alusión a la “doble influencia indígena y española” en el mexicano y cómo este influjo crea en el individuo preferencia “por la ceremonia, las fórmulas y el orden.” El mexicano, dice el autor, a pesar de que su historia ha sido complicada, en realidad quiere algo organizado, ordenado, algo en “Forma”. Pero, en la practicidad de la vida, aunque el mexicano “es un hombre que se esfuerza por ser formal”, “fácilmente se convierte en formulista”, es decir que hace las cosas sin pensarlo o sentirlo, reproduce sin razonarlo.
El mexicano, de acuerdo con Paz, disimula en todo momento, “excede en el disimulo de sus pasiones y de sí mismo. Temeroso de la mirada ajena, se contrae, se reduce, se vuelve sombra y fantasma, eco. No camina, se desliza; no propone, insinúa; no replica, rezonga; no se queja, sonríe hasta cuando canta”. Todo esto lleva al mexicano a aparentar, a vivir “del que dirán” Quiere ser otra cosa. Tanto es así que prefiere pasar inadvertido, desaparecer de la misma manera que disimula y simula no ver a sus semejantes.
El ensayo de Octavio Paz es una reflexión cultural mexicana y aparece como una necesidad, un instrumento de la búsqueda de la identidad de esa cultura y una justificación del porqué de su comportamiento. Es también una recopilación de un conjunto de reflexiones del autor, en donde inserta la tradición a la que estuvo muy ligado, a pesar de que vivió mucho tiempo fuera de su país, por ejemplo vivió en EEUU, a donde tuvo que emigrar cuando muy joven, por causa de los efectos de la revolución mexicana. Escribe este ensayo durante su estancia en Francia. Sus experiencias fuera de su país, indudablemente influyeron en el develamiento no solo de su cultura, sino también del mexicano que vivía dentro de él. En ese sentido, “Máscaras mexicanas” en el Laberinto de la soledad es, además, una búsqueda de su identidad personal.
1 Comments:
Agradezco este análisis del libro aya que me permite mas con claridad cual es la propuesta del autor
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